miércoles, 21 de octubre de 2009

El Tin-tín (6)


Tras él bajó el cura. Traían cara de mármol, inexpresivas. Don Alipio se había levantado como un rayo, reaccionando tras el paréntesis de la espera.
-Doctor.....
El doctor, ya a la sombra, en grupo junto a los demás, esperó un momento a ordenar sus ideas y a estructurar lo que iba a decir. Finalmente como contrariado, frenando el arranque de una frase y atrayendo toda nuestra atención, se limitó a preguntar:
-Don Alipio, ¿Le ha comprado usted un celular a su hija?

domingo, 17 de mayo de 2009

El Tin-tín (5)


Nos miramos con disimulo. Armando frunció el ceño y su gesto se tornó más serio, pues lo que creía de suma importancia y urgencia no era para él más que una impertinencia de Alipio y aquellas supersticiones le estaban haciendo perder tiempo... Yo sin embargo sonreía y trataba de evitar una carcajada por aquella situación inesperada....Intenté mantenerme todo lo más formal que pude hasta que Armando exclamó:
-¡Pero Don Alipio, por Dios! ¿Pero de qué me habla? ¿Qué dice de no sé qué sombrero?, al rato tras un corto silencio, como reflexionando por su airada reacción Armando vuelve a hablar.- Vamos a tranquilizarnos... voy a hacer como que no escuché nada de ningún duende. Vamos a ver a su hija y antes de llamar al padre llamaremos al doctor para que se acerque a su casa. Si su hija está mal, está mal y nos dejamos de cuentos.
Tras aquello comentaba con Armando lo inusual del caso, me decía que entre los habitantes de la zona estaban muy arraigadas aquellas leyendas y "cuentos populares" como los denominaba. Sin quitarle la importancia debida a que la hija de Alipio estaba enferma y que un médico era quien debía visitarla, aquella situación me parecía de lo más entretenida y no veía el momento de escuchar la versión de la niña....Cuando llegamos a la casa de Don Alipio, una típica construcción tradicional de madera y caña elevada del suelo sobre unos pilotes, nos encontramos que ya estaba el doctor y el cura. Éste último había sido alertado por una tía de la pequeña y había acudido más por atención a sus feligreses y evangelización que por combatir y espantar al maligno tal como era la intención de la familia. Tras presentarnos, tanto el doctor como el cura me hablaron de los innumerables casos que habían atendido por similares circunstancias y que como era de suponer atendía más a razones de la propia naturaleza que por la influencia de seres fantásticos. Subieron a la reducida construcción el doctor y el cura en compañía de la mujer de Don Alipio, éste se quedó junto Armando, sentado sobre un bloque de hormigón que hacía las veces de banco a la sombra de la casa. El ambiente estaba cargado de humedad y apenas corría el aire. Se podía oler la vegetación circundante y el estridente ruido de los insectos avivados por el calor del mediodía. Intenté animar a Don Alipio diciéndole que no se preocupase ya que el doctor le recetaría algún remedio para su hija y que pronto volvería todo a la normalidad. De pronto todo enmudeció,como si la naturaleza se hubiese "desconectado", apareció el doctor por la puerta y en cuanto pisó el primer escalón para descender toda la bulla de los animales del bosque volvió al unísono.

domingo, 15 de junio de 2008

El Tin-tín (4)


Se encuentra esta hacienda en la provincia de Manabí, concretamente en la localidad de San Plácido, próxima a Portoviejo... Sucedió la mañana siguiente de haber llegado... Desayunábamos un típico y calórico almuerzo matutino para nuestra nueva jornada, compuesto por bolón de verde y maní con chicharrón, un huevo duro, jugo de maracuyá y trozos de sandía, junto a un café pasado muy aromático y suave. En esto estábamos cuando se acercó el capataz de la finca para indicarle a Armando, anfitrión y propietario, que un vigilante empleado, quería hablar con él urgentemente, que venía muy alterado.... Ante aquella imprevista visita, apuramos nuestro café y nos levantamos de la mesa dejando a las mujeres algo sorprendidas. Nos dirigimos a la entrada del jardín que rodeaba la casa principal... Allí estaba el hombre, con cabeza inclinada, la mirada al suelo, y con un gesto atormentado mientras estrujaba su maltrecho sombrero de paja toquilla...
-Armando: ¡Don Alipio!, ¿qué pasa, algún problema en la plantación?
-Alipio: - No Ingeniero...es otra cosa....
Don Alipio hablaba avergonzado y con algo de confusión, sin levantar la vista.
-Armando: Pero dígame buen hombre qué otra cosa es. ¿Necesita plata? ¿Qué pasa?
Armando hablaba en tono imperativo, en el tono que acostumbraba a emplear con los trabajadores para atemorizar y para que no le perdiesen el respeto. Era algo que le había enseñado su madre desde pequeño, y que nunca utilizó hasta que tuvo que hacerse cargo de los negocios familiares. En el fondo odiaba aquella forma de hablar pero comprendía que de otro modo nunca podría mantener el orden en aquel pequeño estado que era la plantación.
-Alipio: No Ingeniero, no es plata....es mi hija....no sé a quién más acudir.....
-Armando: ¿Está enferma?, ¿se ha vuelto a meter en algún lío esa muchacha?...
Don Alipio me dirigió una mirada, y guardó silencio. Mi presencia extraña en aquel lugar le cohibía. Definitivamente el motivo de su visita era algo personal y comprometido. Pregunté a Armando si prefería que les dejase solos. Dijo que no, que necesitaba que le ayudase en aquella cuestión...
-Armando: Hable Don Alipio, no tenga reparo en contar lo que tenga que contar de su hija frente a mi amigo. Seguramente entre los tres podremos buscar solución a lo que tenga que decirnos...
-Alipio: Verá ingeniero...es que "mijita" está muy mal ultimamente...No come, no quiere salir de casa, apenas habla, y es que creo que le ronda "El Duende"...Y no sé que hacer... Yo venía a pedir que hablase con el "Padrecito", a ver si puede acercarse a bendecir la casa para que no se acerque el del sombrero....

jueves, 12 de junio de 2008

El Tin-tin (3)


La figura del Tin-tín se fue completando con más detalles relatados en boca de campesinos y con pequeños artículos anecdóticos de los diarios.... Fué a partir de aquella primera impresión que comencé a identificar la figura primigenia, origen de la leyenda del Tin-tín, en las representaciones que me fui encontrando en los objetos de las diferentes campañas de prospección y trabajo de campo arqueológico, así como en aquellos expuestos en los diferentes museos del país; siluetas geométricas a veces, detalladas pinturas en el fondo de un plato la mayoría, y alguna que otra figurilla, de un pequeño murciélago, de grandes ojos, u hombrecillo con sombrero, con algún detalle haciendo referencia de manera muy esquematizada de las alas membranosas del mamífero.

Pasaron los años, tiempo de trabajo variado, de grandes permanencias entre Ecuador y España, de matrimonio, de familia, de regreso al querido Ecuador por vacaciones, y en una de mis habituales visitas a la hacienda de una valorada y querida amistad, puedo decir que tuve mi primera experiencia personal con "El Duende".

viernes, 4 de abril de 2008

El Tin-tín (2)


-Es un mito de la costa ecuatoriana- dijo César Cevaleta, el Arqueólogo y profesor. - Se trata de un duende de origen prehispánico asociado a la fertilidad y demonizado por la Iglesia al implantar el cristianismo. En su origen era un dios al que se adoraba, según las evidencias, en las isla de Puná.
Don Winston permanecía con su sonrisa bobalicona asintiendo con la cabeza. Había algo más que debía hacerle gracia...
-A él se le atribuye el nacimiento de los niños con defectos físicos o abortos desarrollados-prosiguió contando el profesor- ya que se cuenta que es muy enamoradizo y le gusta hipnotizar a las mujeres de ciertas características para mantener relaciones con ellas al caer la noche. Se dice que es un personaje bajito y cabezón, con sombrero, con los pies o tobillos hacia atrás, cara de chancho y ....-hizo una pausa de confidencialidad y duda al mismo tiempo por si debía seguir contando la historia. Nos dirigió una mirada a todo el grupo, sonrió al ver el gesto de don Winston que intentaba indicar algo grande o voluminoso entre sus manos y prosiguó. -Chicas no se asusten, pero la leyenda dice que tiene un miembro inmenso, de tal medida que lo lleva arrastrando por el piso...
Las muchachas rompieron a reir estrepitosamente como gallinas alteradas y emitiendo estridentes grititos nerviosos.
-En la provincia de Manabí los montuvios le llaman Duende simplemente- puntualizó el profesor- y si nos remitimos a sus características coincide con la morfología de su figura original, a un murciélago. La tradición también indica que emite un sonido especial o silbido como el pequeño mamífero alado, y también comparte con la realidad de este animal, el que el personaje mitológico acostumbra a vivir en covachas, grutas o zonas muy recogidas de la naturaleza. En antropología viene e explicar el nacimiento de niños fuera de la pareja o de aquellos abortados o nacidos con una deficiencia genética de la piel que hace que éstos parezcan peces por la escamación que los cubre, "los niños pescado o pez". Cuando venían al mundo, a los abortos que conocían como niños sin esqueleto, y a los niños pez, se les arrojaba a los matorrales, donde morían. Otros estudios comentan que los colgaban en lo alto de las embarcaciones para atraer los buenos augurios, o alejar los malos según se mire....
-Profesor. ¿y qué clase de mujeres buscaba?-interrumpió una compañera de origen cantonés muy simpática y espabilada.
-pues....-continuó el profesor- de pelo largo negro y cejonas. Es decir, el tipo de mujer característico de la costa del Pacífico.
Don Winston interrumpió al profesor esta vez con gesto grave y serio. -Licenciado. Aquí, más de una vecina dice haberlo visto en varias ocasiones. Y...hasta yo lo oí al atardecer, teniendo que apurar el paso, rapidito, para llegar pronto a la casa a cuidar de la mujer.
El profesor se nos quedó mirando con una mueca sonriente y burlona hacia don Winston.
El cuidador prosiguió.- hasta tengo un primo que dicen que es el hijo del Tin-tín, y es normalito, no le pasa nada en la piel...
-Y entonces...¿porqué dicen que es hijo del Tin-tín? - pregunté yo.
-Dicen no más que por andar como picaflor con toda mujer que se le pone por delante, y que éstas no lo rechazan. Ahí está con tres mujeres conocidas y un buen montonazo de hijos...-Volvió a reir don Winston, esta vez finalizando con una exclamación.- !Híjue...¡ si casi lo mata algún cachudo en cierta ocasión...

miércoles, 2 de abril de 2008

El Tin-tín


La primera vez que escuché hablar de él fue por boca de Don Winston.
-Ha sido el Tin-tín, joven Carlos, que todo lo daña...
Don Winston era el cuidador de las pertenencias e instalaciones del Centro de Estudios de Arqueología y Antropología, en las excavaciones que llevaban años realizándose en Real Alto, península de Santa Elena, en la costa Ecuatoriana. Yo por aquel tiempo era un estudiante español que había llegado al país por pura aventura y sed de nuevas experiencias. La oportunidad que me ofrecía una amistad de mi ciudad natal, ahora residiendo allí, permitió que dejara todo aquello que me ataba a España e hiciese maletas para una zona del mundo hasta el momento para mí totalmente desconocida. Era el año 1993, y presidía la república del Ecuador Don Sixto Durán Ballén.
-Don Winston. ¿Qué es el Tin-tín? - pregunté. En ese mismo momento se me pasó por la mente desde la imagen del simpático personaje del cómic belga, hasta una interminable serie de animales de campo y diversos fenómenos naturales...
Estaba junto a mis compañeros y el Arqueólogo a cargo de nuestro grupo, en el almacén de herramientas y equipos, dispuestos a recoger un teodolito y otros utensilios cuando al abrir la puerta lo encontramos todo desordenado.
-¿El Tin-tín? ¿no sabe lo que es el Tin-tín?- Rió cándidamente, casi en tono bobalicón, pues para aquel hombre sencillo de campo que un gringuito estudiado no supiese que era el Tin-tín suponía un orgullo. Ya sabía algo más que él.