domingo, 15 de junio de 2008

El Tin-tín (4)


Se encuentra esta hacienda en la provincia de Manabí, concretamente en la localidad de San Plácido, próxima a Portoviejo... Sucedió la mañana siguiente de haber llegado... Desayunábamos un típico y calórico almuerzo matutino para nuestra nueva jornada, compuesto por bolón de verde y maní con chicharrón, un huevo duro, jugo de maracuyá y trozos de sandía, junto a un café pasado muy aromático y suave. En esto estábamos cuando se acercó el capataz de la finca para indicarle a Armando, anfitrión y propietario, que un vigilante empleado, quería hablar con él urgentemente, que venía muy alterado.... Ante aquella imprevista visita, apuramos nuestro café y nos levantamos de la mesa dejando a las mujeres algo sorprendidas. Nos dirigimos a la entrada del jardín que rodeaba la casa principal... Allí estaba el hombre, con cabeza inclinada, la mirada al suelo, y con un gesto atormentado mientras estrujaba su maltrecho sombrero de paja toquilla...
-Armando: ¡Don Alipio!, ¿qué pasa, algún problema en la plantación?
-Alipio: - No Ingeniero...es otra cosa....
Don Alipio hablaba avergonzado y con algo de confusión, sin levantar la vista.
-Armando: Pero dígame buen hombre qué otra cosa es. ¿Necesita plata? ¿Qué pasa?
Armando hablaba en tono imperativo, en el tono que acostumbraba a emplear con los trabajadores para atemorizar y para que no le perdiesen el respeto. Era algo que le había enseñado su madre desde pequeño, y que nunca utilizó hasta que tuvo que hacerse cargo de los negocios familiares. En el fondo odiaba aquella forma de hablar pero comprendía que de otro modo nunca podría mantener el orden en aquel pequeño estado que era la plantación.
-Alipio: No Ingeniero, no es plata....es mi hija....no sé a quién más acudir.....
-Armando: ¿Está enferma?, ¿se ha vuelto a meter en algún lío esa muchacha?...
Don Alipio me dirigió una mirada, y guardó silencio. Mi presencia extraña en aquel lugar le cohibía. Definitivamente el motivo de su visita era algo personal y comprometido. Pregunté a Armando si prefería que les dejase solos. Dijo que no, que necesitaba que le ayudase en aquella cuestión...
-Armando: Hable Don Alipio, no tenga reparo en contar lo que tenga que contar de su hija frente a mi amigo. Seguramente entre los tres podremos buscar solución a lo que tenga que decirnos...
-Alipio: Verá ingeniero...es que "mijita" está muy mal ultimamente...No come, no quiere salir de casa, apenas habla, y es que creo que le ronda "El Duende"...Y no sé que hacer... Yo venía a pedir que hablase con el "Padrecito", a ver si puede acercarse a bendecir la casa para que no se acerque el del sombrero....

jueves, 12 de junio de 2008

El Tin-tin (3)


La figura del Tin-tín se fue completando con más detalles relatados en boca de campesinos y con pequeños artículos anecdóticos de los diarios.... Fué a partir de aquella primera impresión que comencé a identificar la figura primigenia, origen de la leyenda del Tin-tín, en las representaciones que me fui encontrando en los objetos de las diferentes campañas de prospección y trabajo de campo arqueológico, así como en aquellos expuestos en los diferentes museos del país; siluetas geométricas a veces, detalladas pinturas en el fondo de un plato la mayoría, y alguna que otra figurilla, de un pequeño murciélago, de grandes ojos, u hombrecillo con sombrero, con algún detalle haciendo referencia de manera muy esquematizada de las alas membranosas del mamífero.

Pasaron los años, tiempo de trabajo variado, de grandes permanencias entre Ecuador y España, de matrimonio, de familia, de regreso al querido Ecuador por vacaciones, y en una de mis habituales visitas a la hacienda de una valorada y querida amistad, puedo decir que tuve mi primera experiencia personal con "El Duende".